CRÍTICA DE "Call me by your name"
- V
- 25 feb 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 29 ago 2020
Hoy voy a reseñar una de las últimas películas que he visto y que creo que ya se ha convertida en mi favorita en lo que llevamos de año. Se trata de "Call me by your name", de Luca Guadagnino.
Cuenta la historia de Elio (Timothée Chalamet) , un joven de 17 años que, veraneando en una villa en el norte de Italia con su familia, conoce a Oliver (Armie Hammer), un estudiante y el nuevo ayudante de su padre. A medida que van pasando tiempo juntos, entablan una intensa relación, llena de pasión, tristeza y aprendizaje que les marcará de por vida.

Ahora os preguntaréis, ¿Que tiene esta película que la haga tan especial? ¿Qué nos explica a diferencia de otras?
Pues, precisamente, su encanto reside justo en lo contrario: en sus silencios. En esos momentos en los que, sin pretender exaltar nada, nos lo dice todo. En su cotidianidad, su simplicidad. En ese aspecto, "Call me by your name" nos da una lección: para que un mensaje funcione, no hace falta gritarlo, sólo hay que dejarlo ser. Ya que, en la vida, ciertas cosas surgen cuando menos te lo esperas y no de la forma más evidente, sino que lentamente, hasta que se integran en tu ser. Eso es precisamente lo que hacen Armie Hammer y Timothée Chalamet, fantásticos ambos. Con simples miradas, al tocarse, se lo dicen todo el uno al otro.
Esa acción transcurre en el ambiente idóneo: esa villa en el norte de Italia, ese lugar de calma y de pasión contenida, donde se unen lo clásico y lo nuevo. En ese entorno también se hallan los padres de Elio, quienes le dejan ser en el camino. Precioso, por cierto, el discurso final que le da el padre: vive el momento con intensidad y quédate con lo bueno, porque lo demás no importa.
Ya que, en un mundo en el que todo es ruido, reguetón y aceleración, también hay lugar para el silencio, la contemplación y el arte. Llegan películas como esta, que nos dan esperanza, que nos dicen que no todo está perdido.
-V-.
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