"LITTLE FIRES EVERYWHERE" o cuando todo arde
- V
- 2 dic 2020
- 2 Min. de lectura
"Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz lo es a su propio modo." Así empieza Anna Karenina de Leo Tolstói, y a la misma conclusión se podría llegar al ir descubriendo las distintas capas que componen "Little Fires Everywhere", la segunda novela de la estadounidense Celeste NG. Este hit literario del año 2017 se ambienta en Shaker Heights, Ohio, ciudad en la que reinan una aparente harmonía y civismo. Todo sigue su curso y nadie se desvía de lo establecido. La historia sigue de cerca a la familia Ritchardson, cuya matriarca, Elena, ejemplifica totalmente esos valores de orden y equilibrio. Dicho orden se tambalea con al llegada de Mia Warren, una artista liberal y nómada, y de su hija adolescente Pearl. Cuando ambas familias se conozcan, sus valores entrarán en conflicto y se revelarán secretos del pasado que amenazarán con destruirlo todo.

Con esta premisa, Ng construye una historia sobre el poder de la maternidad, el vínculo que permite forjar más allá de la razón, los peligros que conlleva cuando no es deseada y la fuerza del amor por encima de las apariencias. Todo ello en un contexto de racismo y desigualdad de clase. No es de extrañar que Reese Witherspoon decidiera producir su adaptación para la televisión.
Cuando se plantea un reto tan complejo como este, con una historia con personajes con un arco tan completo, resulta muy difícil no mostrarse escéptico al principio.
Y es entonces cuando ocurre lo que, en la mayoría de ocasiones, se consideraría impensable: la adaptación ha superado a la novela. Y no lo ha hecho cambiando radicalmente la trama ni corrigiendo lo que ya existían en el papel, sino que, de forma muy hábil, tomando los temas que ya existían y elevándolos a otro nivel. Las intenciones de los personajes contienen más rabia, se muestra en más detalle las causas de sus acciones y las consecuencias duelen más. Y sin embargo, también hay lugar para la compasión por todas esas personas desdichadas. Porque nadie actúa de alguna forma concreta sin ningún motivo detrás, ninguna carencia o ningún anhelo.
Es en esa pena donde se ve la raíz de todos sus problemas: la falta de libertad. De elección, de acceso a recursos, de moverse en un entorno dominado por la rigidez. Ya que eso es lo que hace que, lentamente, con pequeños fuegos, todo arda.
- Victoria Palau -
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