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"DOGVILLE" o un macabro cuento de hadas

  • Foto del escritor: V
    V
  • 17 jul 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 23 ago 2020





La maldad es un concepto que se lleva explorando en el arte desde el inicio de los tiempos, desde una perspectiva tanto religiosa como pagana y tanto en la pintura, como en la literatura y en el cine. Un concepto cuyos efectos se han explorado tanto a nivel colectivo como individual y extrapolándolo a diversas situaciones. Sin embargo, pocas veces se ha hecho como lo hizo el director danés Lars Von Trier tanto por la propuesta estética como por la forma en que está contada, en la película del año 2003 "Dogville", sobre la que voy a hablar hoy.



En la película, lo primero que se presenta es, como si de un personaje más se tratase, el pueblo en el que va a transcurrir la acción. Aquí Von Trier hace algo muy interesante, que es ambientar la historia en un escenario teatral, totalmente invisible y artificial, que le da un aspecto de fábula ficticia con tal de que el espectador entienda el tono que se va a seguir y el tipo de película que va a ver. A ese punto hay que sumarle la estructura del guión, dividido en capítulos y narrados con una voz en off como si de un cuento se tratase. Con esos elementos, el director juega a crear la falsa expectativa de que se va a explicar una fábula remota y lejana, cuando en realidad la intención es tratar temas muy cercanos y propios de la realidad en la que vivimos, que comentaré luego.



Dogville, un pueblo "singular"

En "Dogville", se explica la historia de Grace (Nicole Kidman), una mujer que, huyendo de unos gángsters que la persiguen, busca refugio en un pequeño pueblo de los EE.UU. Con tal de integrarse y mostrar su gratitud, nuestra protagonista irá accediendo a realizar distintos trabajos y servicios a los habitantes del pueblo hasta que, lo que empieza siendo un intercambio altruista de favores, desemboca en un cúmulo de situaciones de abusos, maltrato y violencia que harán que Grace se de cuenta de que el mundo no es un lugar tan idílico como ella creía. Al final, un reencuentro con un personaje que le hará una profunda reflexión sobre cómo debe comportarse la impulsará a llevar a cabo una implacable vendetta contra todos los que le han hecho daño.


En esta película se tratan principalmente dos temas: el primero es la crueldad y la maldad que la humanidad puede llegar a ejercer. Aquí se nos hace una reflexión más cercana de lo que nos gustaría sobre el abuso de poder constante que hay en nuestra sociedad. ese que empieza con bullying en el patio del colegio y que desemboca en guerras, esclavitud y en esta sociedad de consumo ciega en la que vivimos, en la que todo vale con tal de sentir placer, reafirmarnos y encajar en un grupo.


Por último, se trata un concepto controvertido que cierra muy bien todo el círculo de la película y que invita a la reflexión más profunda de todas: el perdón y la superioridad moral que le rodea. ¿No es arrogante perdonar a otros sólo porque creemos que no pueden tener nuestros principios y nuestra ética? ¿No es arrogante la compasión? Es más, ¿Es el perdón la forma justa de lidiar con quienes ejercen la maldad? Esta crítica a la condescendiente moral cristiana expone lo siguiente: No, aveces hay que castigar para que haya un aprendizaje. No todo es permisible ni merecedor de condescendencia. Así es como nuestra heroína Grace piensa al final de la historia después de perder la inocencia y empezar a juzgar a los habitantes del pueblo como lo que realmente son: seres crueles y egoístas con los que ha transigido demasiado y a los que debe castigar.


Porque, como bien se dice en el diálogo final, los perros, por muy perros que sean y por muy arraigada que tengan su naturaleza, sí que son capaces de cambiarla, pero nunca lo harán si no se les enseña una lección y se les pone en su sitio.


-V-

 
 
 

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